EL MIEDO DEL LEÓN 

En una lejana sabana africana, andaba perdido un león. Llevaba más de veinte días alejado de su territorio y la sed y el hambre lo devoraban. Por suerte, encontró un lago de aguas frescas y cristalinas. Raudo, corrió veloz a beber de ellas para así, paliar su sed y salvar su vida.

Al acercarse, vio su rostro reflejado en esas aguas calmadas.

– ¡Vaya! el lago pertenece a otro león – pensó y, aterrorizado, huyó sin llegar a beber.

La sed cada vez era mayor y él sabía que de no beber, moriría. A la mañana siguiente, armado de valor, se acercó de nuevo a lago. Igual que el día anterior, volvió a ver su rostro reflejado y de nuevo, presa del pánico, retrocedió sin beber.

Y así pasaron los días con el mismo resultado. Por fin, en uno de esos días comprendió que sería el último si no se enfrentaba a su rival. Tomó finalmente la decisión de beber agua del lago pasara lo que pasara. Se acercó con decisión al lago, nada le importaba ya. Metió la cabeza para beber … y su rival, el temido león ¡desapareció!

COMENTARIO

De esta pequeña historia se pueden sacar dos ideas importantes:

  1. En múltiples ocasiones nuestros miedos son totalmente imaginarios. En este caso lo que le daba miedo al león era su propio reflejo que el interpretaba como otro león al que enfrentarse. Cuantas veces creemos que hay algo que nos va a dañar y ese «algo» ni tan siquiera existe.
  2. La única forma en que el león logra saciar su sed es cuando decide que tiene que enfrentarse a ese otro león. Decide que debe luchar contra ese miedo para lograr lo que desea. La única forma de conseguir cosas que nos asustan es enfrentándonos a ellas.
  3. BONUS:  Muchas veces lo que nos da miedo somos nosotros mismos porque lo que vemos fuera es un reflejo de nuestro interior.

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