Los diferentes tipos de apego que experimentamos en nuestra infancia nos van a acompañar en nuestra vida adulta y pueden determinar mucho nuestras relaciones, pensamientos o ideas sobre nosotros mismos y los demás. Hemos hablado del primer vinculo o de la relación de apego primigenia (con el cuidador principal). A continuación y, en dos artículos, os explico como prometí los diferentes estilos de apego y sus consecuencias en la vida adulta.
ESTILO DE APEGO SEGURO
Características |
· l@s niñ@s han aprendido que sus cuidadores, al menos uno de ellos, no les van a fallar, les son incondicionales, los quieren, los valoran y los cuidan eficazmente. · Quieren a las figuras de apego y se sienten queridos, aceptados y valorados · Se comportan de manera muy activa y confiada, interactuando de forma positiva con las figuras de apego y también explorando el entorno cercano. · Usan con frecuencia el código de la intimidad para relacionarse con sus cuidadores, mirando, tocando, abrazando, expresando y compartiendo emociones · En las separaciones breves, las propias de la vida cotidiana (cuando los cuidadores los dejan con parientes o amigos, cuando empiezan a ir al colegio, etc.), protestan; pero pronto aprenden que estas separaciones no son un abandono y que las figuras de apego vuelven una y otra vez · En definitiva, son niños que están convencidos de que sus figuras de apego les son incondicionales, los aceptan, los quieren, los cuidan y los valoran.
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¿Cómo se forma este apego? |
Está en el éxito de la interacción entre los cuidadores y el niño, en la intimidad lograda, en la disponibilidad y accesibilidad de los cuidadores, en la respuesta pronta, afectiva y eficaz a las demandas del niño o niña y en la coherencia de las relaciones. Es así como aprenden a sentirse seguros y queridos, confiar en los demás y saberse valiosos.
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Adulto |
Tiene una percepción positiva de sí mismo y de los demás, con buena predisposición tanto para el acercamiento hacia los otros, como para lograr involucrarse desde el punto de vista afectivo. Esta persona se siente cómoda en situaciones de intimidad, así como también en circunstancias donde la autonomía es el comportamiento predominante. |
ESTILO DE APEGO ANSIOSO Y AMBIVALENTE
Características |
· Construyen un patrón de inseguridad o duda en la relación · No consiguen estar seguros de la incondicionalidad de las figuras de apego (por eso necesitan mucha aprobación, que les demuestren una y otra vez que los quieren), de su disponibilidad o accesibilidad (por eso no aceptan las separaciones), de su cariño, de la valoración que hacen de ellos, y por último, de su eficacia · Están preocupados por la relación, temiendo ser abandonados, y por eso vigilan continuamente la presencia de las figuras de apego, se separan poco de ellas y exploran el ambiente de forma poco relajada · Soportan muy mal las separaciones breves, adaptándose mal a otros cuidadores o al ingreso en centros infantiles. En el reencuentro con las figuras de apego, después de una separación breve, se comportan de forma ambivalente, aparentemente contradictoria. · Por un lado, buscan el reencuentro y lo desean vivamente; por otro, se muestran remisos a entrar en contacto franco, cariñoso y abierto. Después del reencuentro quedan sensibilizados por el miedo a una nueva posible separación y se muestran muy pegajosos, no se quieren separar para nada de sus figuras de apego y no recobran la calma, el juego, la exploración confiada. · En definitiva, no se sienten seguros de lo que más desean: una relación estable, incondicional e íntima con sus cuidadores. Han tenido la oportunidad de saber lo mucho que vale esta relación de intimidad; por eso es lo que más desean, pero dudan de poder mantenerla, oscilando entre momentos de bienestar y momentos de inestabilidad. Por ello, la preocupación sobre lo que es y va a ser la relación y la necesidad de que le confirmen una y otra vez que los quieren, así como la necesidad de mantener la presencia de los cuidadores, es una de las características centrales de este estilo de apego.
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¿Cómo se forma este apego? |
Las causas pueden ser muy diversas, entre ellas, la incoherencia en la conducta de los cuidadores, por ejemplo, siendo unas veces muy condescendientes y otras muy exigentes; muy amables, unas veces muy agrios, otras (de forma que no saben a qué atenerse); la expresión en palabras o actos de dudas o críticas negativas sobre el valor de los hijos; el chantaje emocional como forma de disciplina (por ejemplo, señalándole una y otra vez que, si no hacen lo que los cuidadores quieren, los dejarán de querer); la propia inestabilidad de las relaciones entre los padres; las experiencias negativas cuando han necesitado consuelo; la dificultad para conseguir una comunicación íntima armónica, la ansiedad emocional de los propios cuidadores; etc. |
Adulto |
Con una idea negativa de sí mismo y positiva de los demás, esta persona acepta las situaciones de intimidad, las busca incesantemente, pero constantemente experimenta temor a la desvalorización, al rechazo y al abandono. Son personas normalmente con baja autoestima y con un autoconcepto negativo sobre sí mismo. |