La rana y la olla hirviendo

Una rana saltó un día a una olla de agua hirviendo. Inmediatamente, saltó para salir y escapar de ella. Su instinto fue salvarse y no aguantó ni un segundo en la olla.

Otro día, esa misma olla estaba llena de agua fría. Una rana saltó dentro y nadó tranquila por el agua de la olla. Estaba feliz en esa ‘piscina’ improvisada.

Lo que la rana no sabía, es que el agua se iba calentando poco a poco. Así que al poco tiempo, el agua fría se transformó en agua templada. Pero la rana se fue acostumbrando, allí seguía, nadando plácidamente en ella. Sin embargo, poco a poco, el agua subió de temperatura. Tanto, que llegó a estar tan caliente, que la rana murió de calor. Ella, sin embargo, no se había dado cuenta, ya que el calor aumentaba de forma gradual y se iba acostumbrando a él. Cuando se quiso percatar de que ya no aguantaba mas calor intento saltar pero fue incapaz de hacerlo ya que había perdido toda su fuerza ajustando su temperatura corporal


La cuestión aquí es ¿Qué mató a la rana realmente? ¡Piensa en eso!

Muchos diréis que el agua hirviendo. Pero la verdad sobre lo que mató a la rana fue su propia incapacidad para decidir cuándo saltar.

Todos nos tenemos que ajustar, con la gente y las situaciones, pero tenemos que estar seguros cuándo tenemos que ajustar y cuándo tenemos que seguir adelante o cuándo saltar. Muchas veces nos encontramos aguantando situaciones o personas que  nos dañan. A veces, como la rana, va siendo tan poco a poco, vamos aceptando cada poquita cosa que al final muchas veces no nos damos cuenta de cuanto nos hemos perdido de nosotros mismos. El agotamiento de «aguantar» nos hace creer que no tenemos fuerzas para salir de la situación.

Hay momentos en los que necesitamos hacer frente a la situación y tomar las acciones apropiadas, antes de que estemos incapacitados para saltar.

Si permitimos que la gente nos explote física, emocional o  mentalmente continuarán haciéndolo.

¡Decidamos cuándo saltar!

Nadie va a saltar por nosotros…

Vamos a saltar mientras tengamos la fuerza.

 

NOTA:

Un ejemplo que podría ayudarnos seria la típica relación toxica. Al principio de la relación vamos aguantando, admitiendo y tolerando determinadas cosas. Ser flexibles en una relación es muy importante pero siempre hay que tener en cuenta que donde acaba la libertad de uno empieza la del otro. Si comienzo a ceder terreno, llegara un día que habré cedido tanto que ni tan siquiera sabre si hay alguna parte que sea mía.

Nunca es tarde para saltar pero a veces podemos intentar ir dándonos cuenta de ese agua templada de la rana, de esas cosas que no nos encajan o no nos gustan e intentar poner remedio antes de estar agotad@s.

En el caso que lleguemos a estar agotados recordar que chapoteando, haciendo ruido..podemos lograr que otra persona nos eche una mano y nos ayude a salir de esa situación. A veces estamos tan agotados que necesitamos una mano amiga; cogedla.

Escribe un comentario